¡Bang!

Cuando el verdugo apuntó la pistola a mi cabeza, miré directo al cañón del arma y me recordó a la mirada enojada de mi madre que de niño me acongojó tantas veces cuando intentó corregirme. Fue sin duda una forma acogedora de escuchar el gatillo presionarse.

Denunciar uso impropio Más información